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08/12/2012

Fallada... su excelsa literatura

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No se pierde eso...

En mi Pais y Bebedor.jpg

El bebedor, de Hans Fallada 

Fco. Martínez Hidalgo   15/11/2012

 

El borracho es reflejo de un fracaso personal, pero también síntoma de cómo la comunidad social en la que vive se enfrenta a su reto, a su desprecio.

 

El burbujeante mercado editorial español ha escarbado en los últimos años, más de una década ya, entre los nombres olvidados de la literatura universal. Allí descansaba, sumido en las más oscuras tinieblas, el deRudolf Wilhelm Friedrich Ditzen–nombre de la persona tras el escritor Hans Fallada (Alemania; 1893-1947), a la espera de ser recuperado. La historia de la tardanza de su restauración tiene relacióncon su personalidad y con su obra: suicida, drogodependiente, alcohólico, obsesivo compulsivo… gran parte de su literatura refleja su estado anímico y parte de sus historias de vida con la más exhaustiva intensidad. Un instinto de autodestrucción presente en Fallada desde la juventud, alimentado en su edad madura, y que acabaría con su vida a la prematura edad de cincuenta y tres años. Varios de ellos pasados en prisiones, psiquiátricos, calabozos y garitos de mala muerte.

El bebedor’ (Seix Barral, 2012, disponible enFantasyTienda) resulta una de las novelas que, de forma más clara, muestra su literatura personal, su vida alborotada y su intensa personalidad. Un texto cocinado en 1944, al final de su vida, mientras estaba ingresado en el manicomio de Strelitz, dónde fue ingresado tras ser acusado de intento de asesinato al disparársele una pistola mientras discutía en casa con su mujer; Fallada siempre diría que aquel episodio había sido un accidente.

Estas circunstancias rodean con bastante claridad la trama principal de ‘El bebedor’ (Seix Barral, 2012), centrada en Erwin Sommer, un empresario en constante crisis con su trabajo y con su familia –más intensa con su mujer, a quién un desgraciado incidente impulsa hacia una repentina espiral de decaimiento y destrucción. Aquel equilibrio precario en el que vivía se rompe en mil pedazos. La vida vivida deja de serle soportable y, de la noche a la mañana, a partir de aquella imprevisible y accidental espita, comienza su intento desesperado por alejarse, por escapar, por huir y olvidar de todo lo que le rodea. La frágil personalidad de Sommer se recluye en los efectos del alcohol.

Además de retrato autobiográfico, ‘El bebedor’ (Seix Barral, 2012) se orienta hacia la exploración y la expiación moral de aquel proceso vital. Para ello, la novela cuenta también con el magnífico contrapunto creativo que es Polakowski, presunto compañero de correrías etílicas de Sommer, a quién precisamente Sommer critica furibundamente por la decadencia cada vez más profunda en la que va cayendo por su dependencia de la bebida. Así haciendo, no reconoce a Polakowski como lo que es: el reflejo especular de su propio proceso de autodestrucción. El alcohol ciega a Sommer, incapaz de reconocer su situación ni aun viéndola reflejada en otros, dándonos idea de las consecuencias de su perspectiva, expiando quizás la inconsciencia tras las acciones absurdas que Sommer está a punto de cometer.

El mejor aliado del lector de Fallada es su estilo claro y limpio, libre de florituras estilísticas o grandilocuencias retóricas. Los hechos construyen a los personajes –en este caso también los destruyen. Directo y sin concesiones, Erwin Sommer se nos presenta de forma realista, como un personaje cotidiano e intemporal, familiar y reconocible, a la altura de otras magníficas novelas centradas también en un proceso de decadencia a través del alcohol. Con el añadido de tener una personalidad desbordante y evocadora, capaz de cometer acciones crudas, desprovistas de intención,en cuanto totalmente inconscientes. La personalidad de Sommer se ve progresivamente substituida por la inercia involuntaria del alcohol.

Otro fuerte de ‘El bebedor’ (Seix Barral, 2012) está en los diálogos. Ya se sabe, dice el refranero que los niños y los borrachos son los únicos que dicen la verdad. Tal expectativa exige, casi, un caudal de circunstancias patéticas y de diálogos chispeantes, de absurdo a velocidad del rayo. Y, por momentos, la novela se sale del gráfico en satisfacer este requisito. Porque los encuentros con otros personajes multiplican su intensidad al estar ante una novela escrita en primera persona. El borracho escribe su propia historia, encuadra su situación, opina sobre ella, maneja todo a su antojo, y pone en boca de otros diálogos con momentos de alta tensión, sustentados precisamente en la imprevisibilidad de lo que puede pasar. Más si tenemos en cuenta la volcánica personalidad de un Sommer que pretende ajustar todo lo que acontece a su voluntad y capricho.

Al final de tanta vorágine, la prisión y el manicomio vuelven a asomarse a las páginas de ‘El bebedor’ (Seix Barral, 2012) de una forma muy similar a como, en el momento de su redacción, asomaba también en la vida de Fallada. Dos instituciones que, si esperamos alberguen delincuencia y locura, comprobamos en esta novela que pueden llegar a albergar mucho más que eso. Entonces nos preguntamos sobre su función, sobre si no serán instituciones destinadas a apartar de las calles a la anomia social, a la morralla, a la peccata minuta, a aquello que a la sociedad bien pensante no le gusta, no le importa o no quiere ni ver ante sus ojos. 

El bebedor’ (Seix Barral, 2012) nos lleva a mirar de frente a la miseria humana, pero no desde uno sino desde los dos puntos de vista posibles: desde el de quién etiqueta (la norma social) y desde el de quién es etiquetado (el anómalo). El borracho es reflejo de un fracaso personal, pero también síntoma de cómo la comunidad social en la que vive se enfrenta a su reto, a su desprecio, a la afrenta de quién convive queriendo olvidar, de quién cierralos ojos y construye su realidad particular.

Mientras caían las bombas sobre Alemania, Hans Fallada escribía ‘El bebedor’ (Seix Barral, 2012) con la intención de ajustar cuentas consigo mismo, riéndose de paso de la sociedad alemana que encerraba en un manicomio a quién no estaba loco o recluía entre barrotes a quién no había cometido delito alguno más que contra sí mismo. Una novela intensa como pocas de un escritor intenso como pocos. Una de sus obras maestras y un placer para los sentidos. 

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En mi país desconocido (Diario de la cárcel, 1944), de Hans Fallada 

Fco. Martínez Hidalgo   05/12/2012

 

Alberga la edición más completa, el Fallada más intenso y la síntesis más perfecta de su arrebatadora personalidad y su excelsa literatura.

 

Cuando comentábamos ‘El bebedor’ (Seix Barral, 2012) ya dábamos a entender que muchas cosas pasaron en la vida de Hans Fallada en 1944. Un incidente con un pistola, durante una discusión con su todavía esposa, en medio de su proceso de divorcio, acabó llevándolo al centro deStrelitz para delincuentes con problemas mentales. Allí recibió de la dirección un conjunto de legajos, noventa y dos en total, sobre los que escribiría varios relatos, la ya comentada novela, y este “Diario de la cárcel”. Lo hacía compulsivamente, casi como una obsesión, con letra apretada y un uso intensivo de abreviaturas. 

En su celda escondíalos escritos de la vista de cualquiera, y los sacaba furtivamente bajo su camisa cuando tenía algún permiso. Aunque entre barrotes, y en algún momento atado o con su movilidad reducida, tuvo la fortuna de poder continuar viviendo la escrituracomo una actividad liberadora para su personalidad maniática. Ser capaz de esconder o sacar sus escritos a voluntad lo envalentonó y por eso, junto a aquella ficción de expiación, se decidió finalmente a escribir un relato autobiográfico de su experiencia bajo el régimen nazi, arriesgando así también su propia vida. Un texto publicado, en excelente edición, e inédito en España hasta ahora, como ‘En mi país desconocido. Diario de la cárcel, 1944’ (Seix Barral, 2012, disponible en FantasyTienda).

De los dos inéditos de Hans Fallada publicados por Seix Barral en 2012, éste resulta el más útil para cualquier lector que quiera adentrarse en la vida, obra y personalidad de Rudolf Wilhelm Friedrich Ditzen (1893-1947) –pseudónimo del autor. 

Así lo consiguen los anexos contenidos, entre los que se encuentra el epílogo “Carta desde la casa de los muertos”, dónde se hace un análisis sintético de la vida de Fallada a través de su conflictiva relación de convivencia con el régimen nazi y con la oposición alemana en el exterior –entre cuyos máximos detractores llegó a tener al mismísimo Thomas Mann; en “Sobre esta edición” se incluyen unas notas de guía sobre el manuscrito y las hojas manuscritas, siendo capaces de desentrañar lo dificultoso de la escritura e interpretación de estos textos carcelarios; “Cronología”, con un rápido pero exhaustivo repaso a los principales acontecimientos en la vida del autor; “Notas”, con las referencias ocultas tras los principales pasajes del texto, con también alusiones directas a sus otras obras o a episodios de su vida no contenidos en la “Cronología”; y, finalmente, un índice onomástico y un índice de sus obras aparecidas también por el texto –con el valor que supone en cuanto repaso a una vida literaria que pocos años después encontraría abruptamente su final.

Dentro del texto de ‘En mi país desconocido. Diario de la cárcel, 1944’ (Seix Barral, 2012), Fallada continua con su labor íntima de deconstrucción y expiación de culpas. Sin embargo, si en ‘El bebedor’ (Seix Barral, 2012) cerraba los ojos ante el contexto social en el que vivía –más centrado en reproducir la crisis y el cambio profundo por el que afrontaba su vida personal, este diario sí tiene totalmente puestos ambos pies en el contexto de la Alemania nazi. 

Fallada no era un autor cualquiera. Dentro de un sistema político que buscaba reducir la pluralidad, imponer su propio punto de vista, y hacer de él un nivel artificial de excelencia moral a imitar y alcanzar por cualquier otro artista, Fallada era tolerado y, por veces, incluso hasta aceptado. Una situación surrealista, si tenemos en cuenta lo incoherente de la relación entre el ideal nazi y la vida de Fallada. Una situación incómoda para nuestro autor, cuyas manías, por veces obsesivas y caprichosas, lo llevaban a ora exaltar el ideario del Reich,ora oponerse radicalmente a la brutalidad primaria e irracional de “los peces gordos del Partido” o de sus altos mandos militares. Una inconsistencia claramente visible en los episodios contenidos en este libro.

La conjugación de la vida personal y el régimen nazi ayudan también al lector a conocer, por un lado, la caótica situación personal de un Fallada que nos relata, con dureza, tanto su matrimonio como su estancia en el manicomio carcelario; y por otro lado, la organización y tejemanejes de un sistema político nazi dónde las vendettas y los ajustes de cuentas y las viejas rencillas eran como el pan nuestro de cada día. En ambos lados de este caudal literario se percibe el miedo, la tensión de la incerteza, el frío de un régimen implacable y constantemente alerta, más preocupado de la deslealtad a sus cabecillas que de la lealtad a sus principios, en progresiva decadencia y por ello también cada vez más peligroso. El hambre y la miseria. El ostracismo y el exilio. La Guerra y la muerte. 

Entre todos los sucesos y personas se encuentra también el Hans Fallada escritor. Perfectamente reconocible para los lectores de su obra, de ritmo presto, diálogos vívidos y escritura sencilla –siempre la más difícil de conseguir. Alguna vez reflexiona sobre su obra y su creatividad, asomándose a las páginas del libro cuando nos dice que:

Soy capaz de trabajar con mucha rapidez, puedo darme prisa como casi ninguno, pero no puedo hacer milagros. Y no tengo el don de escribir historias para películas cortas. Sólo puedo crear cuando puedo describir, cuando dejan que me explaye. Tenía que escribir para ellos una novela desarrollada del todo, que su gente especializada debería trabajar. Un procedimiento algo prolijo, pero necesario a causa de mis capacidades.” (p. 179)

Desde luego, Seix Barral ha hecho con ‘El bebedor’ (2012) y ‘En mi país desconocido. Diario de la cárcel, 1944’ (2012) un esfuerzo de edición y de popularización de Hans Fallada digno de ser reconocido. Si es verdad que otros textos suyos llegaron a nosotros con anterioridad, no ha sido hasta ahora que el campo literario español ha puesto los ojos en él con la altura de miras que sin duda su obra merece. Ambos libros sirven para conocer y disfrutar. No obstante, ‘En mi país desconocido. Diario de la cárcel, 1944’ (Seix Barral, 2012) alberga la edición más completa, el Fallada más intenso y la síntesis más perfecta de su arrebatadora personalidad y su excelsa literatura. Magnífico desde el principio hasta el final. 

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Seix Barral ha hecho con ‘El bebedor’ (2012) y ‘En mi país desconocido. Diario de la cárcel, 1944’ (2012) un esfuerzo de edición y de popularización de Hans Fallada digno de ser reconocido.